Con cuánta esperanza observaba los avances y proyectos del Mercosur y con cuánta tristeza veo hoy su deliberado estancamiento! Siempre avanzamos en espirales, que en un momento se vuelven retrocesos.
Era el año 1924 cuando Manuel Ugarte, un diplomático y político argentino que supo militar en el Partido Socialista, escribía esto en su libro "La patria grande":
"Mi gira por América me ha permitido ver de cerca muchas cosas. La mitad del continente tiene la cara vuelta hacia el Sur, esperando de la Argentina, de Chile y del Brasil un gesto, una promesa, una esperanza. ¿Nos encogeremos de hombros hasta universalizar la decepción? Es difícil marcar la frontera entre el silencio y la complicidad. ¿De qué nos serviría la grandeza y el triunfo, si no sabemos utilizarlo en favor de la justicia y la verdad, que en este caso coinciden y se confunden con el engrandecimiento moral propio. Cuando se posee un automóvil, no es para contemplarlo y caer en éxtasis, sino para ponerlo en marcha y andar...
La Argentina tiene intereses y responsabilidades, y debe reaccionar contra el sueño, que es hoy la distintiva de su política. Salta a los ojos que el imperialismo no puede ver con complacencia que se levante en el Sur una fuerza capaz de difundir sus productos y de ser también núcleo de atracción en el continente. Todo su esfuerzo tiene que tender a inmovilizarnos políticamente y económicamente, a desviar o a captar nuestra influencia y nuestra riqueza. Al paso que van las cosas sólo llegaremos a comprender una combinación tan elemental cuando sea imposible contrarrestarla."
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