Raúl Scalabrini Ortiz dedica su libro "Política británica en el Río de la Plata" a describir las operaciones, declaradas o encubiertas, que empleó Inglaterra para dominar incondicionalmente a nuestros gobiernos en las dos décadas transcurridas entre los años 1810/1830. Y ese dominio perduró aún más de 100 años, mientras el pueblo veía crecer en el país industrias, puertos, transportes, sin preguntarse jamás quiénes eran los verdaderos dueños de toda esa riqueza, que se hallaba hipotecada. El 6 de setiembre de 1930 es derrocado el primer presidente elegido por el pueblo: Hipólito Irigoyen. Para entonces también el capitalismo norteamericano se había afincado en la Argentina.
Así lo explica, para que veamos con claridad hasta qué punto logran encadenar a nuestro país esos enormes capitales que tan "generosamente" nos atan al yugo de los acreedores:
Así lo explica, para que veamos con claridad hasta qué punto logran encadenar a nuestro país esos enormes capitales que tan "generosamente" nos atan al yugo de los acreedores:
"...para que una colectividad constituya una nación, no basta que esté recubierta bajo el mismo manto político. Es preciso que la colectividad tenga medios propios que den unidad real a las fracciones que la integran. Es preciso que los medios de comunicación y los medios de cambio formen un sistema genuinamente nacional. Si los medios de comunicación y los medios de cambio están influenciados por voluntades ajenas a la voluntad nacional, es decir si están bajo el contralor o el dominio del extranjero, esa colectividad será un remedo de nación.
Estas ideas sencillas han sido norma de la conducta de penetración de la Gran Bretaña y por eso vemos que su preocupación primordial es la de apoderarse de las vías de comunicación de un país por los medios indirectos de la posesión financiera y la de dominar el control de sus medios de cambio.
Imaginemos una sociedad conjetural dotada de riquezas naturales y de hombres bien calibrados, pero desprovista de medios comunes de intercambio. Tracémosla en detalle en nuestra fantasía y observamos que ésa será forzosamente una colectividad lánguida, inerte, casi moribunda. El labrador no podrá explotar el suelo por falta de instrumentos y no tendrá instrumentos, porque quien podría forjarlos no se interesa sino por muy pequeña cantidad de trigo u otros cereales. El minero no podrá laborar sus yacimientos por falta de utensilios. El hombre de iniciativas no podrá poner en ejecución sus proyectos. El artesano permanecerá inactivo. Quién le daría el trigo y la carne que él necesita, si el agricultor y el ganadero no emplean sus manufactura?
Supongamos que llegara a esa sociedad un hombre provisto de oro o de otro medio que todos aceptaran como una medida común de los valores, y que ese hombre hiciera llegar su oro por los instrumentos comunes: abriera créditos a los que quisieran trabajar, facilitara dinero para adquirir implementos al que se dispusiera a labrar la tierra, proporcionara fondos para sus herramientas al minero y al hombre que quisiera montar empresas para beneficio general. Esa sociedad germinaría como la tierra reseca después de la lluvia. El trabajo humano -único bien efectivo del hombre- fructificaría gozosamente. Pero ese hombre sería el dictador de la colectividad, cualquiera fueran las normas políticas vigentes. Sería un dictador oculto, silencioso, invisible, pero omnímodo, todopoderoso. Podría crear industrias con sólo proporcionar oro a los que se dispusieran a trabajar en ellas. Podría impedir que otras industrias se desarrollaran, negándoles fondos. Podría manejar la opinión pública apañando a ciertos periódicos y negándole apoyo a otros. Podría orientar y dirigir las corrientes comerciales sosteniendo a los que trabajan en un sentido. Podría, luego, presionar los gobiernos estatuídos y modificarlos a su antojo.
(...) pero el oro mismo no es indispensable. Unas tiras de papel que todos convinieran en aceptar por un valor nominal de oro es suficiente para que el fenómeno se produzca y quien tuviera el dominio de esas tiras de papel tendría el dominio de la sociedad estimulada así."
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