En Buenos Aires, casas de gran capital, sostenidas por comerciantes poderosos de Londres, habían abierto el mercado de la exportación libre de cueros, que unos cuantos barraqueros como Del Sar, Santa Coloma, Saenz Valiente, Almagro y otros acopiaban, y que provenían del consumo de carne de la población o de las volteadas en campaña. Esos acopios iban a manos de las casas inglesas por contratos permanentes y eran descontados de los productos de importación. Así se iba a iniciar nuestra larga historia de endeudamientos. Y así nos lo cuenta Scalabrini Ortiz en "Política británica en el Río de la Plata": (cualquier semejanza con actuales potencias...)
"Con fecha 8 de noviembre de 1822, Canning comunicaba a lord Wellington el punto esencial de su criterio que debía constituir el eje de su política exterior: "Cada día -escribe Canning- estoy más convencido de que en el presente estado del mundo, de la Península Española y de nuestro propio país, las cosas y los asuntos de la América Meridional valen infinitamente más para nosotros que los de Europa, y que si ahora no aprovechamos corremos el riesgo de perder una oportunidad que pudiera no repetirse." (...)
Aprovechar el momento significa en boca de Canning la iniciación de una hegemonía estable. Su iniciación marcaría una etapa aún no examinada en todos sus alcances. Con ella se inauguraba la política invisible de la explotación capitalista.
Para encubrir esa explotación, tan fina que es casi indenunciable, fuera de las doctrinas que le son antagónicas, Inglaterra, leal para sus conductas anteriores, enarbolaría pabellones generales y aún fraternales. Canning iba a luchar por el libre cambio sin trabas de la riqueza de las naciones, y por la autodeterminación de los pueblos. Canning iba a ser el campeón de la libertad: de la libertad política, de la libertad comercial, de la libertad religiosa.
Pero otra directiva orientaría su acción subterránea, no por inconfesada, menos tenazmente perseguida: el endeudamiento hacia Inglaterra de los nuevos pueblos, hasta colmar el límite anualmente variable de su capacidad de pago.
Esta directiva fundamental sería el punto de confluencia de otras orientaciones subsidiarias, deducibles inmediatamente de ella, que tenderían a sostener ese endeudamiento, en primer lugar, y a prolongarlo indefinidamente después, mediante el empobrecimiento efectivo del despilfarro de la riqueza local, en armas y aplicaciones no reproductivas en cuanto a los gobiernos, en artículos superfluos y de lujo en las clases manejadoras de la riqueza privada.
La idea de conquistar hegemonías mediante las inversiones a interés elevado, comenzaba a ser corriente entre las clases intelectuales y dirigentes ingleses, iluminadas por el estudio de ese extraordinario examinador de la realidad de las relaciones humanas que se llamó Adam Smith (...)
Aunque somos las víctimas, no podemos dejar de admirar la clarividencia con que esos hombres vieron la realidad y el ingenio con que crearon un sistema de explotación que la humanidad tardaría más de un siglo en comprender y tratar de desarticular.
Endeudar un país a favor de otro, hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto. (...) Tarde o temprano el acreedor absorbe al deudor. Primero al débil y pequeño. Luego al más poderoso y resistente. Forzosamente y muchas veces contra su propia voluntad, el capital centraliza y concentra.
Además, la servidumbre indirecta que el acreedor impone al deudor, es una forma de compulsión para dirigir las corrientes de compras y de ventas de los países deudores. Es, también, un cimiento sólido para intervenir en el manejo de la política interior en cada país."
George Canning (1770/1827) se desempeñó como Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña.
El duque de Wellington fue comandante en jefe del Ejército Británico y llegó a ser Primer Ministro del Reino Unido en el año 1828.
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