Me pareció muy interesante la forma en que se expresaba Manuel Ugarte en "La patria grande" acerca de cómo nos veían en Europa iniciada la tercer década del siglo XX:
"...para imponerse a las simpatías de un continente o de un grupo, no basta pugnar por conseguirlo. Es necesario hacer ver lo que merecemos. Y no será derrochando millones como llegaremos a evidenciar la aptitud que se nos niega. La ostentación del oro es, por el contrario, contraproducente. Si algo nos perjudica, es la leyenda de las patrias, tan fértiles como infantiles. Una estatua de Irurtia en el Salón, un artículo sobre uno de nuestros intelectuales en los periódicos, hacen más en favor de la colectividad que todos los ditirambos. Por eso es que la propaganda debe empezar a revestir, para ser útil, otras formas. Fundar una Academia de Bellas Artes en París, para dar asilo a nuestros artistas, enviar delegaciones a los concursos, tomar parte, por intermedio de especialistas, en los congresos; favorecer la difusión de las obras nacionales, instalar en Europa a los estudiantes de talento; abrir en ciertas capitales pequeñas exposiciones permanentes y hacer valer por todos los medios ante los extraños las manifestaciones de nuestro espíritu, tendrá que ser el fin al cual tiendan los esfuerzos futuros, si queremos entrar resueltamente en el alma y en la estimación de Europa. Porque estos pueblos ya saben que tenemos riquezas; lo que todavía ponen en duda es que sepamos utilizarlas."
Al mencionar "una estatua de Irurtia" el autor se refiere a Rogelio Yrurtia, destacado escultor argentino que vivió entre 1879-1950.
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