martes, 27 de febrero de 2018

La política y la pobreza

Así escribía Bakunin a mediados del siglo XIX y nos llega a través de la compilación de sus "Escritos de filosofía política (II)"

"Hasta el presente, sólo las clases privilegiadas se han ocupado de la política. Esas clases se han servido de las proezas físicas del pueblo para derribarse unas a otras y tomar el puesto de los grupos derrocados. Por su parte, el pueblo tomó siempre partido en tales luchas, esperando vagamente que al menos una de esas revoluciones políticas -del todo imposibles sin el pueblo, pero jamás hechas en su beneficio- aliviara en alguna medida su pobreza y su esclavitud milenaria. Pero esas esperanzas siempre han acabado en la decepción. Incluso la gran Revolución Francesa engañó al pueblo; destruyó la nobleza aristocrática y colocó en su lugar a la burguesía. El pueblo ya no sería llamado esclavo o siervo; todos los hombres fueron declarados libres y en posesión de todos los derechos desde su nacimiento, pero la esclavitud y la pobreza populares siguieron siendo las mismas."

lunes, 26 de febrero de 2018

Falsa libertad

 Esto escribe Bakunin (1814-1876) según sus "Escritos de filosofía política (II)" compilados por Maximoff, acerca de la libertad de los trabajadores:

"... la política de los demócrata burgueses y de los socialistas burgueses (...) cuando declaran que la libertad política es la condición previa a la emancipación económica,  entienden por esas palabras sólo lo siguiente: Las reformas políticas (o una revolución política) deben preceder a las reformas económicas (o a una revolución económica); en consecuencia, los trabajadores deben aliarse con los burgueses más o menos radicales para llevar a cabo una revolución política junto con la burguesía, y después emprender una revolución económica contra ella.
Protestamos enérgicamente contra esa insidiosa teoría, cuya única consecuencia posible es que los trabajadores sean utilizados una vez más como instrumento contra ellos mismos, y caigan de nuevo en la explotación burguesa.
(...) La libertad es ciertamente un instrumento magnífico y poderoso. La cuestión, sin embargo, es saber si los trabajadores pueden realmente hacer uso  de ella, si pasará efectivamente a su posesión, o si, como ha sucedido hasta el presente, su libertad política resultará ser sólo una falsa apariencia, una mera ficción."

viernes, 23 de febrero de 2018

Cómo nos mostramos?

Me pareció muy interesante la forma en que se expresaba Manuel Ugarte en "La patria grande" acerca de cómo nos veían en Europa iniciada la tercer década del siglo XX:

"...para imponerse a las simpatías de un continente o de un grupo, no basta pugnar por conseguirlo. Es necesario hacer ver lo que merecemos. Y no será derrochando millones como llegaremos a evidenciar la aptitud que se nos niega. La ostentación del oro es, por el contrario, contraproducente. Si algo nos perjudica, es la leyenda de las patrias, tan fértiles como infantiles. Una estatua de Irurtia en el Salón, un artículo sobre uno de nuestros intelectuales en los periódicos, hacen más en favor de la colectividad que todos los ditirambos. Por eso es que la propaganda debe empezar a revestir, para ser útil, otras formas. Fundar una Academia de Bellas Artes en París, para dar asilo a nuestros artistas, enviar delegaciones a los concursos, tomar parte, por intermedio de especialistas, en los congresos; favorecer la difusión de las obras nacionales, instalar en Europa a los estudiantes de talento; abrir en ciertas capitales pequeñas exposiciones permanentes y hacer valer por todos los medios ante los extraños las manifestaciones de nuestro espíritu, tendrá que ser el fin al cual tiendan los esfuerzos futuros, si queremos entrar resueltamente en el alma y en la estimación de Europa. Porque estos pueblos ya saben que tenemos riquezas; lo que todavía ponen en duda es que sepamos utilizarlas."


Al mencionar "una estatua de Irurtia" el autor se refiere a Rogelio Yrurtia, destacado escultor argentino que vivió entre 1879-1950.

martes, 20 de febrero de 2018

La ley de la igualdad

Así discurre Bakunin en "Escritos de filosofía política":


"La realización concienzuda de la libertad, la justicia y la paz será imposible mientras una gran mayoría de la población permanezca desposeída en relación a sus necesidades más elementales, mientras esté privada de educación y condenada a la insignificancia política y social y a la esclavitud -de hecho, si no de derecho- por la pobreza tanto como por la necesidad de trabajar sin un momento de reposo o de ocio, produciendo toda la riqueza de la cual el mundo se enorgullece ahora y recibiendo a cambio una parte tan insignificante que apenas alcanza para asegurar al trabajador el pan del día siguiente;... estamos convencidos de que la libertad sin socialismo es un privilegio y una injusticia, y de que el socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad.
Es característica del privilegio y de cada posición privilegiada destruir las mentes y los corazones de los hombres. El hombre privilegiado política o económicamente es un hombre mental y moralmente depravado. Esta es una ley social que no admite excepción y que es válida para naciones enteras tanto como para las clases, grupos e individualidades. Es la ley de la igualdad, condición suprema de la libertad y la humanidad."

lunes, 19 de febrero de 2018

El inicio de nuestra deuda

En Buenos Aires, casas de gran capital, sostenidas por comerciantes poderosos de Londres, habían abierto el mercado de la exportación libre de cueros, que unos cuantos barraqueros como Del Sar, Santa Coloma, Saenz Valiente, Almagro y otros acopiaban, y que provenían del consumo de carne de la población o de las volteadas en campaña. Esos acopios iban a manos de las casas inglesas por contratos permanentes y eran descontados de los productos de importación. Así se iba a iniciar nuestra larga historia de endeudamientos. Y así nos lo cuenta Scalabrini Ortiz en "Política británica en el Río de la Plata": (cualquier semejanza con actuales potencias...)


"Con fecha 8 de noviembre de 1822, Canning comunicaba a lord Wellington el punto esencial de su criterio que debía constituir el eje de su política exterior: "Cada día -escribe Canning- estoy más convencido de que en el presente estado del mundo, de la Península Española y de nuestro propio país, las cosas y los asuntos de la América Meridional valen infinitamente más para nosotros que los de Europa, y que si ahora no aprovechamos corremos el riesgo de perder una oportunidad que pudiera no repetirse." (...)
Aprovechar el momento significa en boca de Canning la iniciación de una hegemonía estable. Su iniciación marcaría una etapa aún no examinada en todos sus alcances. Con ella se inauguraba la política invisible de la explotación capitalista.
Para encubrir esa explotación, tan fina que es casi indenunciable, fuera de las doctrinas que le son antagónicas, Inglaterra, leal para sus conductas anteriores, enarbolaría pabellones generales y aún fraternales. Canning iba a luchar por el libre cambio sin trabas de la riqueza de las naciones, y por la autodeterminación de los pueblos. Canning iba a ser el campeón de la libertad: de la libertad política, de la libertad comercial, de la libertad religiosa.
Pero otra directiva orientaría su acción subterránea, no por inconfesada, menos tenazmente perseguida: el endeudamiento hacia Inglaterra de los nuevos pueblos, hasta colmar el límite anualmente variable de su capacidad de pago.
Esta directiva fundamental sería el punto de confluencia de otras orientaciones subsidiarias, deducibles inmediatamente de ella, que tenderían a sostener ese endeudamiento, en primer lugar, y a prolongarlo indefinidamente después, mediante el empobrecimiento efectivo del despilfarro de la riqueza local, en armas y aplicaciones no reproductivas en cuanto a los gobiernos, en artículos superfluos y de lujo en las clases manejadoras de la riqueza privada.
La idea de conquistar hegemonías mediante las inversiones a interés elevado, comenzaba a ser corriente entre las clases intelectuales y dirigentes ingleses, iluminadas por el estudio de ese extraordinario examinador de la realidad de las relaciones humanas que se llamó Adam Smith (...)
Aunque somos las víctimas, no podemos dejar de admirar la clarividencia con que esos hombres vieron la realidad y el ingenio con que crearon un sistema de explotación que la humanidad tardaría más de un siglo en comprender y tratar de desarticular. 
Endeudar un país a favor de otro, hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto. (...) Tarde o temprano el acreedor absorbe al deudor. Primero al débil y pequeño. Luego al más poderoso y resistente. Forzosamente y muchas veces contra su propia voluntad, el capital centraliza y concentra.
Además, la servidumbre indirecta que el acreedor impone al deudor, es una forma de compulsión para dirigir las corrientes de compras y de ventas de los países deudores. Es, también, un cimiento sólido para intervenir en el manejo de la política interior en cada país."


George Canning (1770/1827) se desempeñó como Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña.
El duque de Wellington fue comandante en jefe del Ejército Británico y llegó a ser Primer Ministro del Reino Unido en el año 1828.

viernes, 16 de febrero de 2018

Humanos somos?

Comparto y los invito a meditar estas líneas de Mijail Bakunin en "Escritos de filosofía política":

"Debemos distinguir bien entre las leyes naturales y las leyes autoritarias, arbitrarias, políticas, religiosas, criminales y civiles que las clases privilegiadas han establecido siempre en el curso de la historia para la explotación del trabajo de las masas trabajadoras -leyes que, bajo la pretensión de una moralidad ficticia, fueron siempre fuente de la más profunda inmoralidad."

"El colmo de la equivocación se encuentra en quienes ignoran la ley natural y social de la solidaridad humana hasta el extremo de imaginar que la independencia mutua absoluta de los individuos o de las masas es posible o deseable. Desear esto es desear la aniquilación misma de la sociedad, porque la vida social es simplemente esa incesante dependencia mutua de los individuos y de las masas. Todos los individuos, incluso los más fuertes e inteligentes, son en cada instante de sus vidas productores y producto a la vez de la voluntad y la acción de las masas.

"Yo mismo sólo soy un ser humano y libre en cuanto reconozca la libertad y la humanidad de todas las personas que me rodean. Y sólo cuando respeto su carácter humano, respeto mi propia humanidad."

jueves, 15 de febrero de 2018

El yugo de la deuda externa

Raúl Scalabrini Ortiz dedica su libro "Política británica en el Río de la Plata" a describir las operaciones, declaradas o encubiertas, que empleó Inglaterra para dominar incondicionalmente a nuestros gobiernos en las dos décadas transcurridas entre los años 1810/1830. Y ese dominio perduró aún más de 100 años, mientras el pueblo veía crecer en el país industrias, puertos, transportes, sin preguntarse jamás quiénes eran los verdaderos dueños de toda esa riqueza, que se hallaba hipotecada. El 6 de setiembre de 1930 es derrocado el primer presidente elegido por el pueblo: Hipólito Irigoyen. Para entonces también el capitalismo norteamericano se había afincado en la Argentina.
Así lo explica, para que veamos con claridad hasta qué punto logran encadenar a nuestro país esos enormes capitales que tan "generosamente" nos atan al yugo de los acreedores:


"...para que una colectividad constituya una nación, no basta que esté recubierta bajo el mismo manto político. Es preciso que la colectividad tenga medios propios que den unidad real a las fracciones que la integran. Es preciso que los medios de comunicación y los medios de cambio formen un sistema genuinamente nacional. Si los medios de comunicación y los medios de cambio están influenciados por voluntades ajenas a la voluntad nacional, es decir si están bajo el contralor o el dominio del extranjero, esa colectividad será un remedo de nación.
Estas ideas sencillas han sido norma de la conducta de penetración de la Gran Bretaña y por eso vemos que su preocupación primordial es la de apoderarse de las vías de comunicación de un país por los medios indirectos de la posesión financiera y la de dominar el control de sus medios de cambio.
Imaginemos una sociedad conjetural dotada de riquezas naturales y de hombres bien calibrados, pero desprovista de medios comunes de intercambio. Tracémosla en detalle en nuestra fantasía y observamos que ésa será forzosamente una colectividad lánguida, inerte, casi moribunda. El labrador no podrá explotar el suelo por falta de instrumentos y no tendrá instrumentos, porque quien podría forjarlos no se interesa sino por muy pequeña cantidad de trigo u otros cereales. El minero no podrá laborar sus yacimientos por falta de utensilios. El hombre de iniciativas no podrá poner en ejecución sus proyectos. El artesano permanecerá inactivo. Quién le daría el trigo y la carne que él necesita, si el agricultor y el ganadero no emplean sus manufactura?
Supongamos que llegara a esa sociedad un hombre provisto de oro o de otro medio que todos aceptaran como una medida común de los valores, y que ese hombre hiciera llegar su oro por los instrumentos comunes: abriera créditos a los que quisieran trabajar, facilitara dinero para adquirir implementos al que se dispusiera a labrar la tierra, proporcionara fondos para sus herramientas al minero y al hombre que quisiera montar empresas para beneficio general. Esa sociedad germinaría como la tierra reseca después de la lluvia. El trabajo humano -único bien efectivo del hombre- fructificaría gozosamente. Pero ese hombre sería el dictador de la colectividad, cualquiera fueran las normas políticas vigentes. Sería un dictador oculto, silencioso, invisible, pero omnímodo, todopoderoso. Podría crear industrias con sólo proporcionar oro a los que se dispusieran a trabajar en ellas. Podría impedir que otras industrias se desarrollaran, negándoles fondos. Podría manejar la opinión pública apañando a ciertos periódicos y negándole apoyo a otros. Podría orientar y dirigir las corrientes comerciales sosteniendo a los que trabajan en un sentido. Podría, luego, presionar los gobiernos estatuídos y modificarlos a su antojo.
(...) pero el oro mismo no es indispensable. Unas tiras de papel que todos convinieran en aceptar por un valor nominal de oro es suficiente para que el fenómeno se produzca y quien tuviera el dominio de esas tiras de papel tendría el dominio de la sociedad estimulada así."


miércoles, 7 de febrero de 2018

No nos dejan aprender

Ojalá todos leyeran a Scalabrini Ortiz en "Política británica en el Río de la Plata" porque desmenuza prolijamente más de 100 años de sometimiento muy hábilmente tramado a través de los cuales siempre estuvimos pobres, mientras Inglaterra se volvía rica a nuestra costa. Aumentaba el patrimonio inglés en Argentina, y el patrimonio argentino disminuía; la tierra publica se enajenaba a precios viles. La pampa argentina se despoblaba, las industrias eran desalentadas, los frigoríficos y las exportaciones, monopolizados, porque así convenía a Inglaterra.
No existen las casualidades como creíamos cuando éramos niños. Existen las causalidades. Pero no aprendimos. No nos dejaron aprender.

"El número goza de una elocuencia particular, tiene un modo de convencer sobrio, profundo y perdurable. (...)
A nadie le son indiferentes los números, cuando los números se refieren a su propia vida. Los números de su propia vida apasionan a todos. El número de pesos mensuales que recibirá en su empleo y los pesos que podrá invertir en comer, vestir o divertirse, son cifras habituales de la conversación cotidiana. Pero para ocuparse de los grandes números, en que la existencia colectiva se concreta, se requiere una sensibilidad especial y una educación particular. Se requiere que el lector o el auditor aprecie su propia vida como comprendida dentro del juego de esos números inmensos. Se requiere que una educación previa le haya enseñado a sentirse una molécula inseparable del conjunto nacional y a comprender instintivamente, sin proponérselo en cada caso, que las fluctuaciones de su poder adquisitivo y el número de alegrías que tiene virtud para conquistar son simples anécdotas involucradas en los números que determinan los movimientos conjuntos. En una palabra, se requiere que el lector o el auditor posea una fuerte conciencia nacional. Y ése no es el caso habitual entre nosotros, porque la disgregación del cuerpo nacional en pequeñas partículas y en pequeñas banderías, ha sido y es un propósito constantemente perseguido por los que aprovechan de esa desunión: los capitalistas extranjeros que expolian la tierra argentina y la oligarquía argentina al servicio de ese capitalismo. (...)
El coro de venales que Gran Bretaña tiene a su servicio no se da tregua. Es indispensable impedir que el pueblo argentino conozca su verdadera realidad. La lucha contra el imperialismo, afirman, es una táctica comunista, ajena a nuestras tradiciones. El malestar argentino es una simple repercusión de la crisis que asola a todas las naciones del orbe por igual, dicen constantemente y en todos los tonos los diarios, únicas fuentes habituales de información y repiten los políticos con reputaciones de estadistas. (...)
¿Es esto cierto? ¿O esta aserción es una de las tantas mentiras de que se valen los dominadores para evitar la sublevación de los pueblos? (...)
Es la crisis, decimos. Es la misma crisis por que atraviesa Inglaterra. Y al pensar así, inconscientemente, servimos a los usufructuarios de nuestra pobreza, PORQUE NOS HACEMOS ECO DE UNA MENTIRA."