“En 1914 _y no en 1930 como lo entiende Ferrer_ el país ha llegado al límite potencial de su riqueza agropecuaria. ………. ya ni el préstamo internacional ni los saldos favorables de la balanza comercial podrán compensar la demanda creciente del mercado interno que, además, afecta los saldos exportables, ni tampoco el servicio de amortizaciones e intereses. Todo lo que el país avance sólo dependerá de la expansión del mercado interno _de lo que el país sea capaz de producir y consumir por sí, es decir, de la diversificación de la producción y el alza de los niveles de consumo generada por el
desarrollo de las fuerzas internas, de la producción al salario, de su
capacitación para integrar una economía nacional que no repose en los saldos del comercio
exterior. Esto dejará de ser eje
para ser sólo complementario, como lo es en EE.UU. y en todos los países que
los “expertos” cipayos nos proponen como ejemplo. ………….. la eliminación del
excedente de 13 millones de habitantes sólo tiene dos soluciones: el genocidio
que puede consistir en el no te morirás,
pero te irás secando de un pueblo condenado a la miseria endémica, que
además facilite mano de obra barata para complacer con el bajo costo “el
mercado tradicional”, o tomar el toro por las astas y marchar hacia la
integración de la economía.
Para un argentino no
hay otra alternativa que la segunda solución en lo inmediato. En lo mediato, volver a la expansión
internacional, pero con la producción y los mercados diversificados.”
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