Aún se recuerdan con orgullo y nostalgia esos años en que se mencionaba a la Argentina como 'el granero del mundo'. Pero, cuál fue el beneficio de esa época dorada?
Nunca mejor explicado que en el libro de Scalabrini Ortiz, en "Política británica en el Río de la Plata":
“La
capacidad adquisitiva internacional de una nación, es decir, su potencia
económica, es dada por los valores de su exportación.”
“En
el 1928, año típico de la prosperidad, el valor de las exportaciones, reducidas
a una moneda común, dólares oro, sumaron:
Argentina 1.017.400.000
Japón
886.000.000
Italia
789.000.000
(Annuarie Société des Nations
-1935)
“Esos
mil millones de dólares que la Argentina debió cobrar en 1928 se gastaron así:
200 millones de dólares oro en pagar ganancias de capitales extranjeros, 817
millones en pagar una importación que pudo y debió ser elaborada aquí.
En
sustancias alimenticias importadas se gastaron 146 millones de pesos moneda
nacional. ¡Y somos el mayor país productor de alimentos!
En
tabaco importados se gastaron 25 millones de pesos moneda nacional. Y en todo
el Norte argentino, Tucumán, Catamarca, Salta, Corrientes, el cultivador de
tabaco se muere de hambre por falta de mercado y estímulo.
En
bebidas importadas se gastaron 13 millones de pesos moneda nacional. Y nuestras regiones vitivinícolas
languidecen.
En
textiles importados se gastaron 381 millones de pesos moneda nacional. Y los hilados y telas importadas fueron
hechas con los algodones y las lanas que la Argentina exportó en bruto al
extranjero. Con la tercera parte de lo que gastó en textiles el año 1928, con
130 millones, se hubiera podido establecer hilanderías y tejedurías que
surtieran de tejidos a la República, y aún permitiera exportarlos.
En
papel y cartón se gastaron 69 millones de pesos. Y las zonas forestales de la
República están esperando ser aprovechadas en la fabricación de papel.
Y
así sucesivamente…
Ese
es el ritmo alocado que Inglaterra ha impuesto a nuestro país desde su
nacimiento y del que han aprovechado todos los imperialistas económicos del
mundo.
El
extranjero quiere que seamos un pueblo engreído por falsos valores, pero que
constituyamos una nación fundamentalmente débil, un país primitivo, sin
industrias; una inmensa estancia productora de carnes, trigo y lanas, sin
voluntad política, sin gravitación internacional, sin un ejército ni una armada
poderosos.”
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