sábado, 26 de mayo de 2018

Así es como nos quieren

Aún se recuerdan con orgullo y nostalgia esos años en que se mencionaba a la Argentina como 'el granero del mundo'. Pero, cuál fue el beneficio de esa época dorada?
Nunca mejor explicado que en el libro de Scalabrini Ortiz, en "Política británica en el Río de la Plata":

“La capacidad adquisitiva internacional de una nación, es decir, su potencia económica, es dada por los valores de su exportación.”

“En el 1928, año típico de la prosperidad, el valor de las exportaciones, reducidas a una moneda común, dólares oro, sumaron:
                                                                                   Argentina      1.017.400.000
                                                                                   Japón               886.000.000
                                                                                   Italia                 789.000.000
                                                                        (Annuarie Société des Nations -1935)

“Esos mil millones de dólares que la Argentina debió cobrar en 1928 se gastaron así: 200 millones de dólares oro en pagar ganancias de capitales extranjeros, 817 millones en pagar una importación que pudo y debió ser elaborada aquí.
En sustancias alimenticias importadas se gastaron 146 millones de pesos moneda nacional. ¡Y somos el mayor país productor de alimentos!
En tabaco importados se gastaron 25 millones de pesos moneda nacional. Y en todo el Norte argentino, Tucumán, Catamarca, Salta, Corrientes, el cultivador de tabaco se muere de hambre por falta de mercado y estímulo.
En bebidas importadas se gastaron 13 millones de pesos moneda nacional.  Y nuestras regiones vitivinícolas languidecen.
En textiles importados se gastaron 381 millones de pesos moneda nacional.  Y los hilados y telas importadas fueron hechas con los algodones y las lanas que la Argentina exportó en bruto al extranjero. Con la tercera parte de lo que gastó en textiles el año 1928, con 130 millones, se hubiera podido establecer hilanderías y tejedurías que surtieran de tejidos a la República, y aún permitiera exportarlos.
En papel y cartón se gastaron 69 millones de pesos. Y las zonas forestales de la República están esperando ser aprovechadas en la fabricación de papel.
Y así sucesivamente…
Ese es el ritmo alocado que Inglaterra ha impuesto a nuestro país desde su nacimiento y del que han aprovechado todos los imperialistas económicos del mundo.
El extranjero quiere que seamos un pueblo engreído por falsos valores, pero que constituyamos una nación fundamentalmente débil, un país primitivo, sin industrias; una inmensa estancia productora de carnes, trigo y lanas, sin voluntad política, sin gravitación internacional, sin un ejército ni una armada poderosos.”

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