martes, 16 de enero de 2018

Viejas deudas

La palabra de Manuel Ugarte en “La patria grande”, proponiendo la renovación de un obsoleto Partido Socialista, al que perteneció: 

"Si consideramos las cosas serenamente, vemos que el problema social sólo es una parte del problema nacional. El mejoramiento de la situación del obrero tendrá que ser siempre una de las primeras preocupaciones de un hombre de Estado; pero no es admisible que veamos a través de esa cuestión fragmentaria todos los engranajes y resortes de un gran país. Hay amplias rotaciones, que se realizan en órbitas más importantes. Y los conflictos entre el capital y el trabajo no son más que uno de los capítulos de la vasta y multiforme masa de ideas que tiene que abarcar todo grupo que aspire a pesar eficazmente sobre la marcha de un pueblo. (…)
En medio de la revisión de principios que se inicia, la tarea de solidificar la nacionalidad y desarrollarla, se sobrepondrá siempre a las teorías, por brillantes que parezcan. Entre nosotros, sobre todo, lejos de reeditar programas ideológicos, necesitamos abrir campo al verdadero nacionalismo democrático, propiciando iniciativas, reformas y soluciones inmediatas para determinar el desarrollo de las industrias, la conglomeración de los componentes étnicos, la irradiación de los productos de país, la difusión de la instrucción pública, la explotación de las riquezas naturales, la sustitución del capital propio al capital extranjero, la exaltación de los sentimientos patrióticos, el perfeccionamiento de la Justicia, la rectificación de las tarifas aduaneras, la preparación de la defensa nacional y la educación superior de la juventud, que no debe alimentarse de apetitos, sino de virtudes, y que sólo puede desarrollarse ampliamente en la victoria suprema de la nación.
Como nunca existe un proletariado feliz en un país en derrota, por el bien mismo del obrero debemos rechazar toda reclamación o doctrina que debilite la fuerza nacional. Muchos pretendidos privilegios son la base misma de la preservación común. Tratemos de que las ideas evolucionen, de que las leyes se depuren, de que la vida del asalariado mejore, de que el pueblo tenga acceso a las más altas situaciones, y así seremos razonablemente socialistas; pero cuidemos de que en este progreso y en esta renovación necesaria no se subviertan las bases ni se destruyan los principios fundamentales de la salud general. (…)


En el siglo en que estamos, más que el problema de la situación del individuo dentro de las luchas de la nación, tendrá que preocuparnos el problema de la victoria de la nación, en medio de las asechanzas del mundo."

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