"Los gobiernos pueden hallar en las tierras públicas una mina de riqueza, ciertamente. La única dificultad consiste en saberla explotar, o mejor dicho, en hacer de ellas el uso legítimo que imponen las leyes de la naturaleza y de la justicia, en armonía con las bien entendidas conveniencias del Estado. Nosotros negamos a los gobiernos el derecho de vender las tierras públicas, o de afectarlas a ninguna deuda, o de hacer de ellas un medio de crear recursos para las necesidades extraordinarias...
Gobernar no es comerciar, es simplemente administrar, dentro de las leyes...Para nosotros el sistema consiste en la distribución de la tierra por pequeños lotes, como ya lo hemos manifestado. En subdividir la propiedad, lo más posible, reside el secreto del mayor beneficio. Las grandes fortunas tienden, sin embargo, a irse agrandando cada vez más, y manteniendo la tierra por lo general en la esterilidad y en el abandono del trabajo inteligente y activo. No hay países más pobres y más atrasados que aquéllos donde la propiedad está repartida en unas cuantas clases privilegiadas. De esa desigualdad se originan los privilegios odiosos que imponen al pobre un pesado tributo. En sociedades organizadas sobre esa base, existe una verdadera esclavitud bajo el nombre de pauperismo."
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