jueves, 26 de octubre de 2017

Crisis

Crisis no es un término nuevo en Argentina, podría  decirse que este país transita de una crisis a otra, desde sus comienzos. Leamos lo que cuenta y predice D'Amico en su libro "Buenos Aires, sus hombres, su política (1860-1890)", y con sólo reemplazar nombres, las libras esterlinas por dólares, un imperio por otro, y dejando de lado el fatalismo, podremos ver que no estaba muy equivocado: 

"Juárez hizo lo que Rocha: dejó cierta libertad al directorio del Banco Nacional, pero exigió con imperio que fuesen atendidas todas sus recomendaciones, que generalmente recaían en politicastros y especuladores. Paz llevó eso hasta el cinismo, como todo: durante su gobierno el Presidente del Banco iba a su casa o a su despacho y allí Paz sacaba su lista y la entregaba para el descuento del día siguiente: y guay! si se daba más o menos de lo que él mandaba; (...) toda la crápula, toda la canalla que en tres años ha aumentado en ocho millones los créditos incobrables del Banco, y que todavía los aumentarán en dos millones más (...) Continuarán después que pase esta crisis aumentando cada día sus obligaciones a pagar en el extranjero, desvirtuando sus instituciones de crédito, haciendo política con sus bancos oficiales, o lo que es lo mismo, entregando dinero a quienes no lo han de devolver. Así continuarán, porque ese es el carácter argentino; porque ese es su modo de ser; porque hace muchos años que así viene viviendo; porque el argentino prefiere gozar así se hunda al día siguiente, a trabajar modesta y pacientemente asegurando una existencia de riqueza futura sin vanidades ni ostentación.
Dominada esta crisis, otra vez serán deslumbrados por las riquezas excepcionales de esa tierra privilegiada y volverán a las andadas, y cada cinco años tendrán una crisis cuyos peligros irán creciendo en proporción geométrica, hasta que llegue un día en que deban a los judíos de Londres y Frankfort todo el valor de sus tierras; en que los usureros del otro lado del mar sean dueños de todos sus ferrocarriles, de todos sus telégrafos, de todas sus grandes empresas, de todas sus cédulas, y de las cincuenta mil leguas que les hayan vendido a vil precio.  Cuando no tengan más bienes que entregar en pago empezarán por entregar las rentas de sus aduanas, seguirán con entregar la administración de todas sus rentas; permitirán, para garantir esa administración, la ocupación de su territorio, y concluirán con ver flotar sobre sus ciudades, en sus vastas llanuras, en sus caudalosos ríos, en sus altísimas montañas, la bandera del imperio que proteje la libertad de Inglaterra, pero que ha esclavizado al mundo con la libra esterlina, cadena más fuerte y más segura que el grillo de acero más pesado que haya usado jamás ningún tirano."

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