Así escribe Arturo Jauretche en "El medio pelo en la sociedad argentina", año 1966. Las palabras se renuevan, los conceptos no:
“La presencia del país real era una piedra al
tejado de vidrio de la “intelligentzia”. Una multitud que marginaba los
mentores aceptados -de derecha a izquierda- era para éstos un hecho
anticultural, como para los unitarios la presencia de las multitudes
federales. El esquema de “civilización y
barbarie” sigue vigente para ella con todas sus implicancias racistas y ese es
el sentido de “aluvión” y “alpargatas”.
La inteligencia ha configurado su esquema dentro del cual se puede ser
desde Maurrasiano hasta Leninista, pero que excluye una presencia social
vernácula que ya está decretada “anticultural”.
Y mucho menos la posibilidad de que se constituyan elencos directivos
que no hayan obtenido su legitimación como políticos o como intelectuales
dentro de las pautas consagratorias establecidas por las capillas vigentes en
la inteligencia de conformación foránea. (…)
Una vez incorporado al status de la
inteligencia, el sujeto, hasta subconscientemente es parte de ella, y todas las
discordancias ideológicas dentro de la misma pueden existir, pero sobre el
supuesto que se ajusten a la idea de la cultura que posee el status; así harán un frente común siempre que el país
real intente expresarse con otros módulos de cultura distintos por nacionales:
eso es la barbarie.”
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