lunes, 18 de junio de 2018

Lo justo

Acerca de la justicia se leen estos "Pensamientos", escritos por Blaise Pascal (1623/1662):

"Si se hubiera podido, se habría puesto la fuerza en manos de la justicia; pero como la fuerza no se deja manejar como se quisiera, porque es una cualidad palpable, mientras que la justicia es una cualidad espiritual de la que se dispone como se quiere, se la ha puesto en manos de la fuerza, y así se llama justo a lo que es fuerza observar."

"La justicia sin la fuerza es impotente; la fuerza sin la justicia es tiránica.  La justicia sin fuerza es contradictoria, porque siempre hay malvados.  La fuerza sin la justicia es acusada.  Es preciso, pues, unir la justicia y la fuerza, y para ello hacer que lo que es justo sea fuerte o lo que es fuerte sea justo."

jueves, 14 de junio de 2018

Ignorancia histórica

En la voz de José Ortega y Gasset, de su libro "La rebelión de las masas" publicado en 1929: 


"La vida es cada vez mejor; pero, bien entendido, cada vez más complicada. Claro es que al complicarse los problemas se van perfeccionando también los medios para resolverlos.  Pero es menester que cada nueva generación se haga dueña de esos medios adelantados.  Entre estos -para concretar un poco- hay uno perogrullescamente unido al avance de una civilización , que es tener mucho pasado a su espalda, mucha experiencia; en suma: historia.  El saber histórico es una técnica de primer orden para conservar y continuar una civilización provecta.  No porque dé soluciones positivas al nuevo cariz de los conflictos vitales -la vida es siempre diferente de lo que fue-, sino porque evita cometer los errores ingenuos de otros tiempos.  Pero si usted, encima de ser  viejo y, por tanto, de que su vida empieza a ser difícil, ha perdido la memoria del pasado, no aprovecha usted su experiencia, entonces todo son desventajas.  Pues yo creo que esta es la situación de Europa.  Las gentes más <cultas> de hoy padecen una ignorancia histórica increíble."

viernes, 8 de junio de 2018

A la deriva

Ortega y Gasset, año 1927, está escribiendo acerca de los países del mediterráneo, y  dice:

"El fenómeno es sobremanera extraño. El Poder público se halla en manos de un representante de masas. Estas son tan poderosas, que han aniquilado toda posible oposición. Son dueñas del Poder público en forma tan incontrastable y superlativa, que sería difícil encontrar en la historia situaciones de gobierno tan prepotentes como éstas. Y, sin embargo, el Poder público, el Gobierno, vive al día; no se presenta como un porvenir franco, no significa un anuncio claro de futuro, no aparece como comienzo de algo cuyo desarrollo o evolución resulte imaginable. En suma, vive sin programa de vida, sin proyecto. No sabe dónde va, porque en rigor, no va, no tiene camino prefijado, trayectoria anticipada. Cuando ese Poder público intenta justificarse, no alude para nada al futuro, sino, al contrario, se recluye en el presente y dice con perfecta sinceridad: "Soy un modo anormal de gobierno que es impuesto por las circunstancias."  Es decir, por la urgencia del presente, no por cálculos del futuro. De aquí que su actuación se reduzca a esquivar el conflicto de cada hora; no a resolverlo, sino a escapar de él por el pronto, empleando los medios que sean, aún a costa de acumular con su empleo mayores conflictos sobre la hora próxima.  Así ha sido siempre el Poder público cuando lo ejercieron directamente las masas: omnipotente y efímero. El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes.
Y este tipo de hombre decide en nuestro tiempo. Conviene, pues, que analicemos su carácter."

viernes, 1 de junio de 2018

Mundo volátil

Corría el año 1929. En "La rebelión de las masas" escribía Ortega y Gasset:

"El mundo que desde el nacimiento rodea al hombre nuevo no le mueve a limitarse en ningún sentido, no le presenta veto ni contención alguna, sino que, al contrario, hostiga sus apetitos, que, en principio, pueden crecer indefinidamente. Pues acontece _ y esto es muy importante_ que ese mundo del siglo XIX y comienzos del XX no solo tiene las perfecciones y amplitudes que de hecho posee, sino que además sugiere a sus habitantes una seguridad radical en que mañana será aún más rico, más perfecto y más amplio, como si gozase de un espontáneo e inagotable crecimiento. Todavía hoy, a pesar de algunos signos que inician una pequeña brecha en esa fe rotunda, todavía hoy muy pocos hombres dudan de que los automóviles serán dentro de cinco años más confortables y más baratos que los del día. Se cree en esto lo mismo que en la próxima salida del sol. El símil es formal. Porque, en efecto, el hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la Naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitiría la idea de que todas estas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres, el menor fallo de los cuales volatilizaría rapidísimamente la magnífica construcción."